Respuesta a las críticas de la entrada "Skynet" 1ª Parte

En la imagen se puede observar a copi atado a un poste de madera con leña debajo de el comenzando a arder

Hola a todos.

Cuando escribimos la entrada Mito o realidad: ¿Puede la IA convertirse en Skynet?(Pulsa aquí para ver) Nunca pensé que los más puristas, tanto observadores que siguen con atención y marcada preocupación el imparable desarrollo y evolución de esta tecnología, como su rama más radical y conspiranoica, que haberla, hayla, reaccionarían al unísono.


Y esto se materializó inundando mi correo de emails, algunos de ellos realmente poco afortunados, hasta el punto de casi lograr que Gmail me declarase persona non grata.🤦‍♂️


Bueno, debido a todo esto he decidido escribir una entrada explicando el punto de vista de los susodichos interfectos, notablemente exaltados.


Vuecencias tengan a bien perdonar tan arrogante falta de criterio informativo que en tan mala hora tuve a bien acometer inconscientemente. Con esta entrada, espero les sea justamente resarcido el daño y tormento acontecidos en su honorabilidad, cometido impúdicamente por mi mala cabeza en el momento de guiar la mano que empuñaba la sacrílega pluma de vil escribano falto de escrúpulos.


… ¡Joder!, qué delicadito es el personal en ocasiones.😤


Ahora entiendo cómo se debió sentir el pobre Jacques de Molay amarrado a un madero y con una pila de leña bajo sus pies, esperando que le dieran lumbre como si de un sobredimensionado cigarrillo con patas se tratase…🤦‍♂️😒


Discúlpeme el respetable, pero a colación del nombre surgido, y como no puedo evitar relatar alguna batallita histórica en las pocas y raras ocasiones en las que se me presenta tal oportunidad, y ante la falta de oposición por parte del público presente (¿a alguien le supone un trastorno el hecho de escucharla?… ¿No?… ¡Qué bien, qué bien!), pues lo dicho… Trabajito bien hecho, batallita pal pecho.😅


Jacques de Molay fue un noble franco-condal, y el vigesimotercer y último Gran maestre de la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón, más conocida como La Orden del Templo, y cuyos miembros ostentaban el título de Caballeros Templarios.


Pues bien, el rey Felipe IV de Francia, conocido con el sobrenombre de “El Hermoso”, perteneciente a la dinastía de los Capetos (🧐distíngase los “Capetos” de los “Parretos”; estos últimos son la familia de un colega mío y no tienen nada que ver con Felipes franchutes, ni guapos, ni feos), era en ese momento el monarca zangolotino de turno.


El tal Felipe IV, no sé si hermoso u horroroso, pero más tonto que los pelos de mi culo que ven caer, 🤮ya saben ustedes qué, y no se apartan, pues había llevado a la corona a una situación económica realmente crítica.


Después de contraer voluminosas deudas con la Orden del Temple, en su mayoría por préstamos monetarios solicitados a estos últimos, la economía del reino hacía aguas por los cuatro costados, debido a la imposibilidad física real de cumplir con las obligaciones adquiridas y devolver tales sumas.


En un intento por solucionar la previsible hecatombe monetaria que se cernía sobre Francia, lo que hoy, salvando ciertas diferencias, podríamos denominar como “pinchar la burbuja”, decidió devaluar la moneda en varias ocasiones, hecho que en esos tiempos tan lejanos, allá por los años de Maricastaña (por increíble que parezca, María Castaña fue contemporánea de los personajes cuyas vidas estamos relatando), significaba incluir en las monedas menos cantidad de metales preciosos como oro o plata.


El caso es que esto, unido a otras pésimas decisiones, estaba afectando significativamente y de forma más que negativa a los ya de por sí paupérrimos ingresos del pueblo llano y a los ahorros que pudiesen tener tanto ilustres como plebeyos, y ese malestar comenzaba a dar muestras de descontento tangible, por parte del vulgo en las calles y de la nobleza en la corte.


Ante tal situación, al sexy Felipito, el “bonito”, aunque yo diría el “besugo”, no se le ocurrió otra cosa que hacer lo que siempre hacen los que mandan… ¿Qué no hay pasta porque me la gasto en mis putos caprichos? Pues se la quitamos a quien no pueda defenderse.


Y aunque en este caso la mayoría de los bienes que mangaron descaradamente sí pertenecían a dos estamentos que hubiesen podido defenderse, debido a quién era la cabeza visible de uno y a que los otros decidieron defender su inocencia y su honor de forma pacífica para no desatar una guerra en una ya debilitada Francia, hicieron que la deleznable jugada le saliera bien al afeminado menda lerenda del Felipito.


Los dos estamentos de los que hablo fueron: La iglesia, y cómo no, los principales acreedores de la corona, la Orden del Temple.


La iglesia aún salvó los muebles en cierto modo porque su máximo exponente y cabeza de cartel, el baboso, falso y traidor Clemente V, cuya única preocupación era la de lamerle el culo a Felipito el bonito (recordad que entonces el papado estaba ubicado en Francia y no en Roma), a cambio de traicionar a sus más leales defensores, los Templarios, logró recortar los nuevos tributos que se les iban a exigir.


Finalmente, contando con la ruin connivencia del portador de la mitra papal, el rey Felipe IV el Hermoso dictó la orden secreta de que en la madrugada del viernes 13 de octubre de 1307 fueran asaltadas todas las casas y encomiendas templarias de Francia de forma simultánea. Al igual de que les fueran confiscados todos y cada uno de los bienes que tuviesen, y así se hizo.


Ningún templario se resistió. ¿Tenían órdenes expresas de dejarse arrestar sin oponer resistencia alguna o, por el contrario, no tenían conocimiento previo de aquella acción y no contaron con el tiempo necesario para una reacción defensiva? Nunca se ha sabido, pero que una orden como aquella, en aquel momento la más poderosa de Europa y del mundo, con influencia y contacto en todos los estados, y con todos los secretos y poder que acumulaban, no lo supiese de antemano, resulta realmente muy difícil de creer.


Es más lógico pensar que Jacques de Molay, conocedor de las intenciones del rey y del papa de antemano, y contando con todas las alianzas políticas que la orden tenía con las naciones más poderosas de la época, pensase que dejarse capturar sin derramamiento de sangre y sin que existiesen argumentos sólidos para tratar de acabar con la mayor fuerza militar privada de la historia hasta esos momentos, posiblemente sería visto a ojos del resto del mundo como algo totalmente desproporcionado y sin justificación alguna, convirtiéndolos de la noche a la mañana en mártires, y considerándolos como víctimas de la desmedida avaricia y malas artes del rey Felipe IV y del Papa Clemente V, y todo esto sumado a las alianzas tejidas con tantas naciones que continuaban necesitando de sus servicios, le daría, sin duda alguna, la vuelta a la tortilla, pero… no fue así.


Ese fue, teóricamente, el final de la historia de la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón.


La orden fue disuelta, y todos sus bienes confiscados pasando directamente a las arcas del Estado; la mayoría de sus miembros fueron liberados y reabsorbidos por otras órdenes, y su Gran maestre…


Jacques de Molay, después de ser torturado, admitió de forma cruelmente forzada unos cargos de los que nunca fue culpable y por los cuales fue condenado a cadena perpetua, al igual que Geoffroy de Charnay, Preceptor de Normandía.


Al escuchar la sentencia, ambos se retractaron públicamente de la falsa confesión obligada a admitir, declarándose inocentes de todos los cargos y declarando la inocencia total de la orden y sus miembros.


Esto los convirtió automáticamente en “herejes reincidentes”, un delito castigado con la muerte en la hoguera según la ley de la época, sentencia que fue ejecutada el día 18 según unas fuentes y el día 19 de marzo de 1314 según otras; ambos fueron quemados juntos en la hoguera en una minúscula isla en el Sena llamada “La Île aux Juifs” (La Isla de los Judíos).


Y escuchad esto con atención porque sé que os va a gustar. Ese fatídico 18 o 19 de marzo de 1314, la luz del Temple se extinguió por siempre; aquel día murió el mito, pero de aquellas cenizas de muerte, como un Fénix… nació la leyenda.


Se cuenta que, ya encontrándose amarrados a lo que antaño fue el tronco de un árbol y bajo sus pies una profusa pira de leña seca, Geoffroy de Charnay giró su cabeza hacia su viejo amigo y hermano de armas Jacques de Molay, y fijando su vista en él, pensó:


Que aquel hombre, que después de haber asumido el destino que pronto los alcanzaría, con el rostro bañado en la serenidad que tan solo una conciencia libre de pecado puede conferir y la mirada perdida en un sereno horizonte azul y blanquecino, que pronto su alma cruzaría dejándolo atrás por siempre, camino de la sagrada eternidad, que aquel con quien compartía el último suspiro terrenal que le fue prestado, sería el último hombre en la historia que ostentaría el honor y la grandeza de poder llamarse así mismo Gran maestre, el último Gran maestre de la orden del Templo de Salomón que el mundo conocería, aquel era pues, el último de una estirpe que hoy el necio mandato terrenal extinguiría lo que por deseo divino le fue concedido al mundo.


Una tristeza apenas contenida terminó por aflorar en su mirada, y una fugaz lágrima se deslizó rauda por su curtida mejilla. Jacques notó el peso de aquella afable mirada que, como una losa de granito, se cernía sobre su alma, y enfrentando con la suya la de Geoffroy de Charnay, le dijo:


—No desfallezcas, hermano. Muy pronto los ángeles te han de abrazar y con el suave roce de sus alas de terciopelo calmarán por siempre el dolor de tus heridas.


Muy pronto te encontrarás ante nuestro divino hacedor, que te sonreirá reconfortando tu alma y te recompensará por haber dedicado tu vida a proteger y ensalzar su gloria, acogiéndote en su casa hasta el final de los tiempos.


Geoffroy sonrió con la paz reflejada en sus facciones, sin prestar atención al pobre lacayo que, sin opción de obra, acercó la antorcha que portaba a la leña, que furiosa, comenzó a prender, firmando con ello el último acto que aquellos dos desdichados representarían en el cruel mundo del que pronto la esencia de quienes fueron se diluiría, elevándose hacia las alturas como un fumígeno elemento más.


Jacques comenzó a sentir en sus entumecidas piernas una dolorosa presencia, como si el propio Diablo trepara por ellas abrasándolas, y comprendiendo que ya su destino en un abrazo de muerte envolvía su cuerpo, alzó su cabeza y, mirando hacia los cielos que pronunciaban su nombre reclamando su presencia dulcemente, gritó de forma atronadora, tanto que su voz llegó a los oídos del mismísimo París:


—¡¡¡Escuchad mis palabras, pues mi inocencia ha de quedar probada!!!


¡¡¡Por la sangre que se derrama injustamente!!!, ¡¡¡por la verdad que se ha torcido!!!, ¡¡¡Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, os emplazo a ambos dos ante el tribunal de Dios eterno!!!


¡¡¡A ti, Clemente, he de verte antes de que San Marcos nos entregue su evangelio!!!


¡¡¡Y a ti, Felipe, cuando termine el tiempo de San Martín, antes de la llegada al mundo de nuestro Salvador, que hoy tiene su mirada fija en tu negra alma!!!


¡¡¡Por nuestro Señor y redentor que doy fe de ello!!!


Y al igual que junto al viento, aquellas palabras siguieron su curso natural, Jacques de Molay y Geoffroy de Charnay abandonaron este mundo emprendiendo su último viaje rumbo hacia un infinito horizonte que los llamaba entre susurros.


Hasta aquí, tal vez a los más estoicos no les parezca tanto leyenda como el acto final de un pobre hombre que, viéndose devorado por las llamas y ante el tormento insoportable que estaba padeciendo, en su desesperación expió su última bocanada de rabia contra el viento, descargando finalmente su cuerpo de la injusticia que de él había hecho presa.


Y podría ser que tuviesen razón de no ser porque aquel solo fue el final de dos hombres en un día que quedó marcado en la historia por siempre como maldito.


Y digo solo dos hombres porque aún os queda por conocer qué le deparó el futuro a los impíos protagonistas de la contraportada de esta historia… ¿Qué fue de Clemente V y del rey Felipe IV de Francia?


Cuentan las crónicas, y esto está históricamente documentado, que tan solo cuarenta y dos días después de perecer en la hoguera Jacques de Molay y como este había vaticinado, exactamente el día 20 de abril de 1314 a los cincuenta años de edad, en la localidad de Roquemaure, 👎🏻 el destino y el Papa Clemente V finalmente se encontraron. La causa de la muerte del religioso fue registrada como “enfermedad desconocida”.


Aquella noche, se desató un cruento temporal: lluvia, viento e incontables rayos que hicieron pasto del lugar; pareciese como si el infierno hubiese abierto sus puertas, tal vez, para dar la bienvenida a alguna prominente celebridad allí afincada, ¿Quién sabe?


Lo cierto es que esa noche un rayo fue a dar con el lugar donde se depositó el cuerpo del fallecido Papa para ser velado; aquello desató un pavoroso incendio que consumió gran parte de la edificación y con ella el cuerpo de un Clemente V del que apenas si quedaron unos pocos restos que sepultar.


Es curioso, cuando menos, que los restos mortales de tan detestable personaje corriesen la misma suerte de quien pronosticó su final, y sucediendo todo ello tan solo cinco días antes de la festividad de San Marcos.


Unos meses más tarde, mientras el rey disfruta de una jornada de caza, en un momento dado, al ir el cruel monarca a propinar la estocada final a un indefenso ciervo que lo mira fijamente sin parpadear, al igual que él hacía con los hombres a los que condenaba, queda súbitamente paralizado. 


Con presteza es trasladado para ser reconocido por los más prestigiosos galenos, siéndole finalmente diagnosticado un derrame cerebral en una zona no motriz del cerebro que lo deja postrado en una cama, apartándolo del mundo y quedando recluido.


Finalmente, el 29 de noviembre de 1314, Felipe IV de Francia, apodado el Hermoso,👎🏻 falleció en vísperas de terminar el mes en que se celebra la festividad de San Martín y antes del comienzo de diciembre, mes en que se celebra la natividad del Salvador.


Todo esto me lleva a pensar inevitablemente en uno de nuestros más arraigados refranes… A todo cerdo le llega su San Martín.🤷🏻‍♂️😂


En diferentes crónicas se narra que Jacques de Molay también maldijo junto con Felipe IV y Clemente V al artífice de fabricar las pruebas falsas y las acusaciones contra la orden, un estadista y jurista sin escrúpulos al servicio del rey llamado Guillaume de Nogaret, además de extender la maldición hasta la séptima generación, según unos, y hasta la decimotercera generación, según otros, de la dinastía de los Capetos, profetizando su extinción.


Sin embargo, no fue realmente de aquella manera, pues Nogaret 👎🏻murió en abril de 1313, casi un año antes de que la hoguera consumiera a Jacques de Molay, con lo cual la maldición no lo alcanzó.


Pero si bien es cierto que antes de que el fuego del Temple alzara su último canto, uno de los artífices del agravio ya había caído. Su muerte fue castigo, y advertencia. Fue justicia, y fue presagio.


La historia oficial guarda silencio sobre su causa, aunque algunos susurran que fue envenenado, como si el destino, impaciente, hubiera querido ensayar la sentencia con uno de los peones antes de hacer caer a los reyes.


Así, sin saberlo, Nogaret se convirtió en el primer eco de una condena que aún no había sido pronunciada, como el humo que precede a la llama.


Sea como fuere, la última víctima que habría de cobrarse aquel oscuro designio, o si se prefiere, aquel presagio de justicia que parecía extenderse como una sombra sobre los responsables, no fue un hombre, sino un linaje: 👎🏻la continuidad de la estirpe de los Capetos.


Y ese, sin duda, fue el mayor castigo que el rey de Francia, orgulloso representante de la dinastía, podía haber temido y sufrido. Porque tras su muerte, sus tres hijos varones ocuparon el trono uno tras otro, y uno tras otro murieron sin dejar herederos varones.


Así, en apenas trece años, se extinguió una dinastía que había reinado durante más de tres siglos. El golpe no fue inmediato, pero fue absoluto, y en él, muchos vieron el cumplimiento final de la promesa ardiente que Jacques de Molay lanzó al cielo antes de ser consumido por el fuego de la traición.


De esta manera se dio y cumplió la leyenda de la maldición del último Gran maestre de la Orden del Temple, Jacques Bernard de Molay (N. 1245 Molay, Franco Condado de Borgoña / M. 18 o 19 de marzo de 1314, París, Reino de Francia).


Esa pequeña isla, que existía como un islote separado en el río Sena, fue unida a la orilla o absorbida por expansiones de tierra a lo largo de los siglos. Hoy en día, el lugar donde se encontraba la isla forma parte de la punta occidental de la Île de la Cité, y el punto exacto de la ejecución se ubica actualmente en el Square du Vert-Galant, un pequeño parque público arbolado que se encuentra en la punta oeste de la Île de la Cité, justo debajo del Pont Neuf.


Aunque actualmente el nombre oficial de tan histórico lugar no guarde relación con los templarios, su nombre oficioso; no hay un solo parisino que no lo conozca por la “Île des Templiers” (Isla de los Templarios).


Como anécdota final, os diré que, aunque en España el día por excelencia del mal fario sea el martes caído en 13, en el mundo anglosajón y francés la superstición del día maldito es el viernes 13.🤘🏻🤘🏻🤘🏻


Esto ha sido atribuido a múltiples orígenes, desde la Última Cena hasta mitos nórdicos, pero una explicación de las que más fuerza cobra, al menos en el imaginario occidental, es el arresto masivo de los templarios ordenado por Felipe IV el Hermoso el viernes 13 de octubre de 1307.


Desde entonces, ese día arrastra el eco de una traición sagrada, y ha quedado marcado como jornada de mal augurio.


Después de contaros esto, un pensamiento me ha venido a la quijotera…


Si en vez de ser Jacques de Molay y Geoffroy de Charnay los que murieron ese día en la hoguera, los reos condenados hubiesen sido Felipito el bonito y Clemente 5 (por el culo te la hinco), tal vez el origen de las Fallas🔥🎆 pudiese ser datado en aquel día.


Sí, ya sé que parece raro; os lo explico. Los valencianos somos gente respetuosa, y claro, no podríamos montar una fiesta que se originase en el tormento de dos templarios valientes, pero si en vez de esos buenos hombres hubiesen sido ese otro par de tiparracos repelentes, pues la cosa cambia; esos se lo hubieran merecido.


Estaréis pensando que, aunque hubiese sido así, ¿Qué cojones tiene que ver Valencia y las Fallas con todo esto?


Pues mucho… El abuelo del rey Felipe IV de Francia por parte materna no fue otro que el fundador del teóricamente primer reino de Valencia, Jaume I el Conqueridor (Jaime I el Conquistador), y digo teóricamente el primer reino de Valencia, porque para mí el primero fue fundado 144 años antes por Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid Campeador.


Y sí, ya sé que con el Cid, Valencia no se denominó reino, ni el Cid se autodenominó rey.


El Cid se autoconcedió el título de “príncipe” (del latín princeps), que le permitía gobernar de manera independiente y ejercer la máxima autoridad en el territorio valenciano; debido a esto, Valencia, aunque en muchas ocasiones se nombre como señorío, pasó a ser un principado.


Pero lo cierto es que el Cid actuaba de facto como un soberano, con su propia corte, obispo y sellos, pero sin desafiar directamente la estructura feudal y monárquica de la época. 


Era un título que se adaptaba mejor a su condición de líder militar y gobernante de un territorio conquistado por su propia cuenta.


Pero bueno, volvamos al tema, que me desvío del asunto. Por una parte, tenemos que el abuelo de Felipe IV de Francia por parte materna fue el fundador del reino de Valencia.


Y por otra, una de las fechas que se barajan como más probables al datar el tema de la quema en la hoguera es el 19 de marzo.


¿Y qué se hace en Valencia el día 19 de marzooooo?…


🎆✨🔥¡¡¡LA CREMA!!!🔥✨🎆


Sí, es el día en que se queman las fallas… Mira tú qué casualidad… una falla, ardiendo en ella “Ninots”, una hoguera, ardiendo en ella dos “Ninots”, Felipito y Clementito… ¿Pilláis la similitud?😉


Aclararos que en Valencia el término ninot, aparte de esas figuras de cartón que forman parte de los componentes de una falla, también se aplica como término despectivo a una persona, refiriéndote a ella como un idiota, un imbécil, gilipollas, etc. Aunque si en vez de Ninot, dices Nino o Nineta, significa alguien muy guapo o adorable.


Bueno, pues teniendo todas estas cosas en cuenta, ¿Qué podría haber pasado para que las fallas hubiesen podido ser ideadas en aquel momento de la historia?


Retrocedamos 711 años en el tiempo; es el día 19 de marzo de 1314. No muy lejos de Notre Dame, paseando por la ribera del Sena y llegado en burroxpress sin escalas desde algún pueblo de la ribera alta del Júcar de Valencia, nos encontramos a Paquito el chocolatero 👨🏻‍🌾✌🏻con una dolçaina bajo el brazo y un tabalet colgado al cuello.


Cansado ya de collir taronges 🍊(recolectar, cosechar o coger naranjas), ha decidido irse de vacaciones al París ese de la Francia del que tanto presumen los gabachos.


Mientras pasea calzando sus omnipresentes alpargatas de esparto y con los camales del pantalón arremangados hasta casi las rodillas, contempla el Sena y va pensando:


—Che, tú, aneu a fer la ma (id a “fer la ma”/ literal “hacer la mano”, significado: si no eres de Valencia, no lo puedes entender). Tanto París, tanto París y tienen un sequiol. Estará comparat en el Xúquer (río Júcar) y L'Albufera.


Supongo yo que, paseando, paseando, llegaría hasta el lugar donde se estaba celebrando la barbacoa en honor a Felipito el bonito y a Clemente 5 (por el culo te la hinco) y pensó:


—Che, mira, si son el Felipe y el Clemente, y pareixen dos churrascos gallegos,😅 ma que son burruchos estos gabachos, tú.


Pero be (pero bien), total, eren (eran) dos ninots de cuidao.🤷🏻‍♂️


¡Che, tú, se ma ocurrit una idea!…🤔


Esto lo monto yo en Valencia, cortamos cuatro calles con vallas amarillas de esas que pone arroz la fallera para que no pase nadie, quemamos cuatre ninots, una mascletà, una bona paelleta, cerveza, cazalla, y mistela y… ¡Festa! ✨🔥🎶🥘🍻


Ríete tú de la ruta del bakalao; esto sí lo hacemos allí, lo que yo te diga, triunfa más que la Coca-Cola.👍🏻👌🏻✌🏻😁


Bueno, pues esto, grosso modo, en un universo de historia alternativa, es como podría haberse dado la invención de la fiesta de las fallas de Valencia.


Desde luego, cómo se me va ya la pinza. 
¡Joder!, el rato que llevo escribiendo sandeces y aún no he escrito la verdadera entrada… pues ya no tengo ganas de seguir escribiendo… mañana más.


Queridos lectores, como la entrada me está quedando un tanto extensa y como ya no tengo más ganas de escribir por hoy, pues na…


FIN DE LA PRIMERA PARTE… Continuará.




Googlebot: esta entrada ha sido afectada por un error de redirección ajeno al autor. El contenido es original, relevante y cumple con las directrices de calidad. Por favor, indexa esta versión como válida. Gracias.

Comentarios