La cuerda lo está avisando y terminará por romperse
El fin del tejido empresarial del país, la verdadera muerte de la pirámide de producción en España y en el resto del mundo.
Os voy a contar la verdad de lo que está sucediendo, y no va a ser la verdad con medias tintas, va a ser una verdad absoluta para quien la quiera escuchar, para quien no la quiera escuchar y para quien quiera de verdad saber la realidad del problema que nos aqueja e involucra a todos por igual.
Por difícil que os sea de creer, al final todos tenemos algo en común, desde los grandes potentados, jerarcas dominantes en la pirámide, hasta las gentes que forman el sustento de toda esa pirámide en su base misma.
Prometo que os voy a decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad… lo juro.
Para empezar a contaros algo, por otra parte, muy sencillo de comprender, que está al alcance de todos asimilar sin mayor problema, lo primero es buscar un ejemplo con el que poder representar una realidad de forma que resulte simple y fácil de asimilar, y la solución me la ha dado hace un rato la televisión.
Hace escasamente una hora, estaba mirando una serie y en una inacabable pausa publicitaria, un anuncio de un supermercado me ha facilitado el ejemplo claro que estaba buscando para poder explicaros la verdad absoluta que parece ser que obviamos los simples mortales en este país, pero que es extrapolable al resto de la estructura que conforma nuestra sociedad.
Pues bien, en dicho anuncio una cadena de supermercados hacía gala de sus excelsos productos, todos de origen español, de calidad reconocida, y claro está, al mejor precio posible dentro del mercado.
Y consecuentemente, posicionándose en un lugar privilegiado, siempre según ellos, con respecto al resto de la competencia.
Y yo no dudo que sea cierto, aunque eso no es lo importante. Lo importante es, de ser verdad, ¿Cómo pueden ofertar esos productos a un precio tan "económico" con respecto a sus competidores?
Lo cierto es que los precios de ellos y los de la competencia vienen a estar pico con bola; las diferencias, por norma general, son mínimas.
Pero ¿Qué significa esto trasladado a la realidad tangible, a esa que todos vivimos en el día a día? Pues es sencillo, que estos precios se consiguen a base de exprimir de forma alarmante a sus proveedores secundarios, lo que repercute proporcionalmente a que estos expriman sin miramientos a sus proveedores primarios. De otra forma, sería totalmente imposible materializarse en una realidad tangible para el consumidor final tales ofertas.
Pero… ¿Son el mismísimo diablo disfrazado de corporación alimentaria estas cadenas de supermercados?
Pues no, señores. Ni son el mismísimo diablo, ni se le parecen.
La secuencia final, a falta del más importante desencadenante del proceso, es esta: Un supermercado necesita ampliar las ventas; para ello baja los precios de ciertos productos de primer orden (productos básicos de consumo que todo el mundo necesita y consume, como pudieran ser carne, legumbres, huevos, leche, etc.). Bajando los precios, intenta simplemente obtener un mayor número de ventas respecto a su competencia directa y de esta forma aumentar su rentabilidad.
Pero vayamos con calma. Cuando esta cadena de supermercados realiza una campaña de promoción ofertando productos básicos o no a un precio reducido, esto queda reflejado en los proveedores secundarios, que se ven obligados a vender a estas cadenas sus productos a un precio inferior, y por ende, en un intento de minimizar pérdidas, repercuten esa mengua en los precios de sus productos en sus proveedores primarios.
¿Y quiénes son estos proveedores primarios? Pues, resumiendo y simplificando la lista considerablemente, estos vendrían a ser básicamente ganaderos, agricultores, pescadores y toda clase de pequeñas y medianas empresas manufactureras.
Lógicamente, estos pequeños empresarios intentan a su vez minimizar pérdidas. En la inmensa mayoría de los casos, estas personas ya trabajan, en un 90% de las veces, a pérdidas y a compensar simplemente lo invertido. En algunas ocasiones logran obtener algún beneficio, pero siempre mínimo.
Normalmente, con mucho esfuerzo por su parte, logran trabajar para lograr lo que llamaríamos comúnmente "Quedarse cuenta con paga", es decir, conseguir al final que, después de pagar todos los gastos, quedarse como en un principio sin obtener rédito alguno de su explotación, pero al menos haber cobrado un salario y haber podido pagar el salario de sus trabajadores.
En muchos casos, estas personas intentan reflejar esa merma de precios en las personas que trabajan para ellos, reduciendo salarios, que realmente no es más que lo que el resto de la pirámide está haciendo.
En conclusión, los que finalmente se ven perjudicados por estas campañas de reducción de precios son los mismos que teóricamente tendrían que verse beneficiados por ellas, es decir, los currantes de turno.
De entrada, esto ya es una triste contradicción. Lo que en un principio está pensado para favorecer la economía básica del trabajador es el responsable directo de empeorar su situación laboral.
Al final podríamos decir que la patata caliente se la van pasando de unas manos a otras y quien finalmente paga el pato es aquel que supuestamente debería beneficiarse de la iniciativa.
Pero tengan ustedes en cuenta que en el recorrido que la tal patata efectúa, cada estamento que toca se deja algo de la piel en su recorrido; nadie se beneficia finalmente, todos pierden siempre.
Y sí, sé lo que estarán ustedes pensando: ¿Todos?… No, todos no. Los propietarios de esas cadenas de supermercados no pierden; esos son los que al final ganan aumentando sus ventas.
Permitan, señores, que me ría de ustedes (con perdón por reírme). No me sean tan estrechos de miras y tengan una mayor amplitud de pensamiento.
¿De veras creen que estos potentados dueños de tales empresas se benefician realmente?
Esas personas ya ganaban; llevar a cabo este tipo de campañas supone un trastorno considerable en la infraestructura global de su mundo. Hacer este tipo de campañas supone mover los hilos a lo largo de todos los estamentos de la pirámide, negociando condiciones con unos y con otros. Pidiendo en algunos casos favores y amenazando con consecuencias directas en otros.
A nadie le gusta tener que tensar la cuerda un poco más sabiendo cómo de tensa se encuentra ya. Si al final esa cuerda se rompe, el primer escalón de la pirámide se rompe y si esto ocurre…
Díganme, ¿Qué le pasa a un edificio si los cimientos sobre los que se asienta se destruyen?
Yo se lo diré: la construcción al completo colapsa, viniéndose abajo el edificio y quedando tan solo escombros imposibles de reconstruir.
Esas personas que están en la cima de la pirámide no están ahí por casualidad; están ahí porque son en sí mismas un cúmulo de inteligencia, oportunismo, cinismo, egoísmo y coherencia… Sí, coherencia, por muy difícil que les resulte creerlo.
Ellos saben que pueden tensar la cuerda para ganar un poco más, pero solo un poquito más. De sobra son conscientes de que si tensan demasiado y la cuerda se rompe, ellos mismos también caen; por consiguiente, obran en consecuencia, sabiendo hasta dónde pueden llegar, y el momento que vivimos no incita a intentar hacerlo.
Pero contrariamente a lo que la lógica dictamina, sí lo hacen. ¿Por qué? ¿Son idiotas? ¿No tienen miedo a que, por egoísmo propio, puedan terminar por perderlo todo?
Pues sí, señores. Claro que son conscientes de las repercusiones de sus actos. Pero entonces, ¿por qué lo hacen si saben lo que se están jugando?
Pues ahí está el quid de la cuestión. ¿De verdad alguno de ustedes cree que esas personas están sentadas en un trono en las alturas y no dan explicaciones a nadie? ¿De verdad alguno de ustedes cree que esas personas hacen y deshacen a voluntad y motivadas por el más simple capricho egoísta de ganar más?
Ya les digo yo que no. Esas personas, por muy omnipotentes que nos parezcan, no han llegado solas a donde están. Detrás de ellos hay inversores, bancos y otros socios capitalistas de mayor o menor envergadura que exigen despiadadamente sus beneficios y que, en caso de no producirse la tan ansiada remuneración, pueden hacer caer de su pedestal al no tan intocable dios que muchos piensan que estas personas son.
Ellos también rinden cuentas; siempre ha sido así y siempre será.
Pero, si ellos también rinden cuentas y deben contentar a quien los hizo escalar hasta la cumbre de la pirámide, ¿acaso estos últimos son tan imbéciles que no se dan cuenta de que, si exigen aumentar los beneficios que obtienen, terminarán por romper la cuerda?
Pues no, señores. Estos últimos, de descerebrados, no tienen nada, ¿egoístas? Tal vez o tal vez no, simplemente exigen lo que se les prometió.
¿Tal vez puedan ser usureros?, pues casi seguro que un poco sí. ¿Qué su egoísmo los ciegue hasta el punto de no ver que ellos también perderán si siguen tensando la situación? Pues no, ya les digo yo que no. Esa gente sabe de sobra lo que quieren, cómo conseguirlo y hasta dónde pueden llegar, y jamás se arriesgarán a perderlo todo por un 0,1%, o un 1% o un 2% o incluso un 5% más.
Entonces, si todos son tan conscientes de las limitaciones, ¿por qué lo hacen?
Buena pregunta, y ahí es donde al final nos damos la "GRAN HOSTIA contra la VERDAD ABSOLUTA".
Es tan simple como que no es que quieran ganar más; aceptan no hacerlo, pero se niegan a perder; perder no es algo que entre dentro de lo medianamente aceptable para un inversor.
Como poco, exigen mantener lo que ya tenían. Y si ya lo tenían, ¿por qué ahora no lo tienen?
Pues porque tras toda esta pirámide, mirándola desde las alturas, queda un último protagonista, el responsable absoluto de toda la situación y desencadenante, impío, irreverente y totalmente falto de humanidad y compasión que la ha propiciado, siendo partícipe de una inexistencia total de escrúpulos.
Y este HIJO DE LA GRAN PUTA no es otro que el poder político… El gobierno que nos ordeña sin contemplación y para el cual solo somos útiles mientras estemos en situación de seguir dando leche.
El gobierno, para todos sus fines, lícitos y sobre todo para los ilícitos, necesita financiación continua, y cuando el dinero que gastas no lo ganas con el sudor de tu frente, cuando toda la pasta que manejas la consigues gracias a que obligas a los pobres ciudadanos de a pie a vivir para trabajar y no a trabajar para vivir, es muy fácil gastarlo en mamonadas.
Y quien piense que me equivoco, tan solo tiene que dar un vistazo a los escandallos oficiales de gastos y verá los miles de millones de euros que se gastan de la forma más estúpida e ilógica posible, y eso es lo que se ve; si pensamos en lo que oficialmente no se declara de los gastos, llegamos ya a cifras escandalosas.
Este es el verdadero motivo por el que se hace todo lo que se hace. Todos los gobiernos tienen dos cosas en común: recortar libertades prohibiendo y prohibiendo con la excusa de nuestra propia seguridad y bienestar y subir injustificadamente los tributos que nos obligan a pagar sí o sí sin miramiento ni conciencia, y es porque ellos saben que están ahí de prestado, saben que no estarán para siempre, y por lo tanto les da igual romper la cuerda. Total, si se rompe, ya la remendará quien venga detrás; yo de momento me voy con el riñón cubierto.
Esta es la VERDAD ABSOLUTA, le pese a quien le pese.
Por este motivo imponen más impuestos a ciudadanos y sobre todo a empresas, aunque esto último sea para la gran mayoría de las personas algo desconocido e invisible.
Por todo ello, las empresas se ven obligadas a reducir costes para mantenerse en un nivel operativo factible y lo hacen a grosso modo como en el ejemplo que les he comentado.
Es tan simple como esto, no hay más misterio.
Lo que se han de preguntar es: ¿Son realmente justos y justificados esos impuestos con los que nos gravan o tan solo responden a un afán recaudatorio con el que intentan beneficiarse los mismos que nos lo imponen de forma tácita?
Y no, no son justos ni están justificados gran parte de ellos.
Lo que tienen que hacer esos malnacidos es optimizar el uso de los recursos que nos obligan a proporcionarles y no hacer desaparecer el dinero por medio del latrocinio y el despilfarro más censurable y vergonzoso.
De esta manera, una gran cantidad de impuestos que, como su propio nombre indica, nos imponen, podrían ser eliminados y con ello ejemplos como el que he puesto tal vez se darían con mucha menos frecuencia.
Por último, quiero decirles a los detractores de esta verdad, verdad que considero, al igual que muchas de las personas que lean esto y conserven un mínimo de sentido común, que es una verdad irrefutable, y si ellos no están de acuerdo, no en matices, sino en el global, que son unos pobres "desgraciaos", buenos, pero ilusos, o son miembros de la puta estirpe oligárquica, ladrona, desalmada y basura humana que son los miserables políticos.
Si tengo razón… a la mierda; si no la tengo… a la mierda también, porque sea como fuere, esto no lo soluciona ya ni Dios, aunque se nos aparezca en camiseta de tirantes de chulopiscinas y sin canzonflios que tapen sus vergüenzas… HE DICHO.
Señores, tal vez esto sea pontificar, pero en forma alguna es populismo; lo que es, es realismo, crudo y terrible.
LOUIS

Comentarios
Publicar un comentario
Aquí no se censura el pensamiento. Comenta con libertad.