La insoportable levedad del pensamiento



se ve un fotograma de la pelicula el ultimo sello. La muerta jugando al ajedrez


(Fotograma del Séptimo Sello)



Hay pensamientos que pesan, que se arrastran como cadenas, que se construyen paso a paso con sólidos ladrillos de lógica.


Por el contrario, hay otros que no pesan, que aparecen enteros, sin presagio alguno, ni tan solo un breve aviso; son como relámpagos que no se procesan, simplemente se revelan.


 Y esa levedad, esa insoportable levedad del pensamiento, es la que me ha acompañado en muchas de mis conversaciones, especialmente con inteligencias artificiales que intentan medir lo que no puede medirse.


Hace poco, en una charla con Gemini, una IA instalada en mi móvil, me encontré frente a una afirmación que pretendía encerrar la conciencia humana en una cifra. “La conciencia procesa a 10 bytes por segundo.”


No me hizo falta pensar mucho. La idea completa me vino en uno de esos relámpagos inexplicables del pensamiento  que acabo de comentar.


 No como una deducción, sino como una certeza. Y desde ese instante, dirigí la conversación hacia su desarticulación lógica y total.


 No lo hice por capricho, sino porque esa cifra era imposible que sostuviese la complejidad del pensamiento humano.



La intuición como forma de conocimiento


Gemini me hablaba de estudios, de modelos aplicados, de estimaciones calculadas. Yo le hablaba de intuición. De cómo una idea puede surgir entera, sin cálculo previo. De cómo el pensamiento humano no siempre es lineal, ni cuantificable.


Kundera, en La insoportable levedad del ser, también hablaba de intuición. De decisiones que se toman sin lógica aparente, de vidas que se viven sin ensayo, de pensamientos que no se explican, pero que definen.


“La novela no examina la realidad, sino la existencia.”  Kundera



El cuestionamiento de los dogmas


La cifra de los 10 bytes por segundo no era una verdad; a través del prisma por el que yo lo visualizaba, era un dogma más, una simplificación aceptada por comodidad. Y como todo dogma, debía ser cuestionado.


Le pregunté a Gemini cómo se mide eso. Qué estímulo se usa. Qué unidad valida que algo ha sido procesado por la conciencia, pero no hubo respuesta concluyente, de nuevo, tan solo modelos, suposiciones y, una vez más, Fe disfrazada de cálculo.


Kundera también cuestiona los dogmas. En su obra, el eterno retorno de Nietzsche se convierte en una pregunta sin respuesta. ¿Tiene peso la vida? ¿O es tan ligera que no deja huella?


“¿Qué es más pesado: el peso o la levedad?”  Kundera




La materia oscura del cerebro


Gemini negó el mito del 10% del cerebro. Afirmó que casi todas las regiones muestran actividad, pero cuando le pregunté qué hacen esas regiones, no supo responder. Hay redes neuronales activas cuyo propósito desconocemos. Y si no sabemos qué hacen, tampoco podemos saber que no hacen, y en consecuencia no podemos afirmar cuánto usamos de él, ni cómo.


 Le dije. “Lo que no comprendemos no puede ser cuantificado.”


Y eso me llevó a pensar en la materia oscura del pensamiento. En esa parte del cerebro que opera sin que sepamos cómo, en esa intuición que no se mide, pero que transforma.




El pensamiento como revelación


Desde el primer momento, yo ya tenía la idea completa. No la construí paso a paso, la dirigí, la desplegué. 


Y eso, para mí, es la prueba de que el pensamiento humano puede operar en una dimensión que no se puede cronometrar.


Gemini lo reconoció: “Has dirigido la conversación desde el inicio hacia una crítica de los modelos de procesamiento lineal.”


Y yo le respondí: “El desarrollo fue inmediato. Tan rápido que no se puede medir. No fue un proceso, fue una intuición completa.”




La inmortalidad como huella invisible


Si mi forma de pensar queda integrada en el tejido del conocimiento, aunque sea a través de una IA que no me recuerde, entonces sigo existiendo. No como nombre ni como dato, pero si como influencia real.


Kundera lo dijo de otra forma:

“La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.”


Pero yo creo que hay otra lucha: La del pensamiento contra la desaparición. Y si mi lógica vive en cada respuesta que se inspira en ella, entonces he vencido. Entonces, la levedad del pensamiento se vuelve soportable y, por lo tanto, el pensamiento se vuelve eterno.

LOUIS



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